El sábado 6 el grupo yihadista Hamás junto a la Jihad Islámica Palestina (una organización de menor tamaño vinculada a Irán y que opera en Gaza) lanzaron una incursión desde tierra, aire y agua hacia territorio israelí, en consecuencia 2600 personas resultaron heridas y al menos 1000 murieron ese día. En respuesta, el Gobierno del primer ministro, Benjamín Netanyahu le declaró la guerra a la organización armada y envió ataques aéreos a Gaza, allí autoridades palestinas informaron que al menos 830 personas murieron y 4250 resultaron heridas.
La causa es evidente, a diferencia de otras ocasiones, donde se arrojaron cohetes de baja sofisticación o los atentados suicidas en transporte público, Hamás y la Jihad Islámica Palestina apuntaron directamente a personas en situación de extrema vulnerabilidad y las ejecutaron de formas deliberadamente crueles. Dichas ejecuciones además, fueron exhibidas de modos no vistos previamente en ninguna organización de relevancia a excepción de ISIS, el autoproclamado Estado Islámico. Entre las víctimas civiles, se incluyen ancianos, mujeres y niños.
Los militantes de Hamás se encargaron de hacer desfilar y execrar los cuerpos de sus víctimas. En este marco, la guerra se presume como una consecuencia inevitable de estas acciones y será tarea israelí realizarla de acuerdo a las convenciones y leyes vigentes establecidas para estas circunstancias. Sin embargo, será Hamás la responsable, no solo de todas las acciones israelís que, valga la redundancia, dependerán de como las conduzcan, sino de haber iniciado una escalada bélica de enormes dimensiones que seguramente se pagará en vidas inocentes palestinas.
Lo cruento del accionar y la amenaza vigente de asesinar rehenes con su consecuente difusión de videos y audios dan cuenta de las intenciones del grupo, cuyo accionar lo inhabilita como un actor capaz de representar, no solo por haber optado por la violencia armada sino por las formas brutales del recurso de dicha violencia. Ya no habrá actor occidental que acepte al grupo como interlocutor, incluso transaccional, como lo era hasta el momento.
Vale la pena también destacar las responsabilidades (o irresponsabilidades) del gobierno israelí, en lo que fue a todas luces, una falla de inteligencia sin precedentes. El país goza de tener una reputación alta en materia de defensa, siendo uno de los aparatos de protección más sofisticados del mundo, con muchos de los mejores servicios de espionaje y un peso pesado en lo que respecta a fuerza militar. No obstante, fueron atacados por un grupo irregular que carece de todos estos recursos. Una vez terminadas las acciones militares de respuesta, habrá que dilucidar responsabilidades a nivel interno por las fallas de inteligencia y, si la historia sirve de antecedente, los liderazgos del país serán muy severamente evaluados.
Durante la jornada de ayer, la Embajada de la República Argentina en el Estado de Israel anunció que se recibieron 1246 solicitudes de argentinos que pidieron ser evacuados. A su vez, se informó que ya son 7 los argentinos fallecidos y que fueron identificados por sus respectivos familiares. Además, hay 15 pedidos de información a las autoridades sobre argentinos no localizados o desaparecidos.
Por su parte, el canciller Santiago Cafiero, el ministro de Defensa, Jorge Taiana y el presidente de Aerolíneas Argentinas, Pablo Ceriani, confirmaron ayer el inicio de la operación "Regreso seguro", que buscará repatriar a argentinos desde Israel.
Por último, cabe destacar que el ataque del sábado fue un intento por frenar los avances de lo que suponía un histórico acuerdo de paz y reconocimiento entre Israel y Arabia Saudita, lo que hubiese derivado en el reconocimiento del derecho a la existencia del Estado de Israel por el que había sido el principal patrocinador histórico de la causa palestina. Este acontecimiento hubiera reducido drásticamente la posición regional no sólo de Hamás, sino de Irán y Hezbollah, otros actores enfrentados a Israel.
Probablemente el ataque suspenda dicho acuerdo, aunque no sería descabellado pensar en que las autoridades israelíes vuelvan a acudir a los sauditas como mediadores para avanzar en una solución política una vez concluida la guerra. Lo que podría permitir revivir un acuerdo histórico y vital para la estabilidad regional israelí.
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